Estudiantes de CAFAM LOS NARANJOS

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Wednesday, May 10, 2006

RENE DESCARTES

La filosofía de Descartes

1. Introducción

La idea de que es necesario un método para dirigir bien la razón y alcanzar el conocimiento no es estrictamente hablando una elaboración propia y exclusiva de Descartes. Al menos debe compartir el mérito de tal creación con Bacon y Galileo. No obstante, es tan particular el uso que Descartes hace del método, y tal la influencia que ejercerá en la constitución de su pensamiento filosófico, que la asociación del problema del método con la filosofía cartesiana está plenamente justificada. A continuación se exponen algunas características de la época, necesarias para comprender la constitución de la filosofía cartesiana.¿Cuál es la situación con la que se encuentra Descartes al comenzar a desarrollar su pensamiento filosófico? Fueron numerosos los cambios sociales y políticos que se produjeron en Europa hacia el final de la edad media y que han sido profusamente estudiados hasta la actualidad. Entre ellos debemos señalar la emergencia de una nueva clase social, la burguesía; el progresivo abandono del modo de producción feudal; la constitución de los Estados nacionales; la renovación de las relaciones entre dichos estados y la iglesia. Todos ellos contribuyeron a modificar sustancialmente el panorama social y político de la Europa del siglo XVI, a finales del cual nace Descartes. Estos cambios sociales y políticos hay que añadir los cambios culturales que se produjeron correlativamente: el desarrollo del humanismo, el neoplatonismo, la aparición de una nueva ciencia que se ocupa del estudio de la naturaleza, y la extensión del pirronismo que, de una u otra manera, influirán en el desarrollo de la filosofía cartesiana. El humanismo había conseguido imponer una nueva percepción del hombre asociada a la necesidad de recuperar el saber clásico. Sin entrar en una confrontación frontal con la iglesia, y sin desmarcarse de los principales elementos del dogma, había resaltado el papel del hombre y la necesidad de considerarlo el objeto fundamental de la creación. Erasmo y Tomás Moro, entre otros, como el español Luis Vives, difundieron estos ideales por toda Europa. El renacimiento de saber clásico va acompañado de una gran efervescencia filosófica y científica en Italia sobre todo, pero también en el resto de Europa; el neoplatonismo de Marsilio Ficino y Pico de la Mirandola provocarían en Italia la renovación de la filosofía a la que se sumaría posteriormente, pero desde una perspectiva no ya platónica, Giordano Bruno; más importante, por lo que a Descartes respecta, será el desarrollo de la nueva ciencia representada por los filósofos especulativos o experimentales que, partiendo de una nueva concepción de la naturaleza, van a modificar sustancialmente el panorama intelectual de la Europa del XVII. Especialmente los científicos experimentalistas, quienes concebían la naturaleza como una realidad dinámica de cuerpos en movimiento organizados según una estructura matemática. El desarrollo del escepticismo representado fundamentalmente por Montaige, suscitará un debate crítico en torno a la capacidad de investigación y de conocimiento de la Escolástica que culminará en una crítica generalizada a todo saber, de la que también será un buen exponente el español Francisco Sánchez en su obra "Que nada se sabe". Es conocida la reacción de Descartes contra este escepticismo generalizado, y que estará en la base de la elaboración de su método.
A todo ello hay que sumar el hecho de que la filosofía comienza a hacerse de un modo distinto. Frente a la a preeminencia de los teólogos nos encontraremos con filósofos que no son teólogos en el sentido en que lo podían ser santo Tomás o San Buenaventura; no porque desconozcan las cuestiones que plantea la teología natural o revelada, o porque prescindan de la discusión del tema, sino por no ser especialistas en teología. Si la filosofía medieval había sido ejercida fundamentalmente por teólogos y profesores, tampoco los filósofos modernos serán fundamentalmente profesores: ni Descartes, ni Galileo, ni Espinosa, ni Leibniz, ni Hume (aunque intentará conseguir una cátedra hacia el final de su vida) serán profesores ni pertenecerán a las estructuras académicas oficiales. Tampoco el modo de hacer filosofía es el mismo: frente al comentario como forma de trabajo fundamental de la escolástica, nos encontramos ahora con filósofos que realizan obras personales, mediante la actividad individual (aunque sea compartida pública y colectivamente con otros filósofos o con el público interesado en las cuestiones filosóficas), y no mediante una actividad o una reflexión colectiva, como era el método propio de trabajo de la escolástica. A todo ello hay que añadir la progresiva utilización de las lenguas vernáculas, frente a la preeminencia del latín a lo largo de toda la edad media como vehículo de expresión cultural y filosófica. Todos estos cambios son conocidos y asumidos por los filósofos de finales del XVI y principios del XVII, de tal modo que hay una clara conciencia de ruptura con respecto a la tradición medieval. Hablar de ruptura no significa necesariamente que el pensamiento filosófico pretenda surgir de la nada; aunque no demasiado abundantes sí habrá elementos propios del pensamiento medieval que serán asumidos y aceptados por los filósofos modernos. Por lo demás, ya desde Santo Tomás se había considerado necesario distinguir la fe de la razón y atribuir a cada una de ellas un campo específico y limitado. Esta distinción inicial que realiza santo Tomás será convertida en separación por Guillermo de Occam y, dada la influencia que ejercerán los nominalistas en Europa, progresivamente aceptada como un presupuesto indiscutible. Esta idea, asociada a los cambios anteriormente citados, prepara el camino para la exigencia de una total autonomía de la razón, que será reclamada por todos los filósofos modernos.

La ciencia renacentista y el problema del método.

La idea de que el método que utilizaba la escolástica había fracasado se había extendido poco a poco por toda Europa. El modelo silogístico de conocimiento se consideraba una forma inadecuada para la investigación, y quizá un procedimiento sólo apto para establecer vanas disputas o para poner a disposición de los demás algo que ya se conocía. Esta opinión la compartían también aquellos que se ocupaban de investigar la naturaleza. El fracaso de la física aristotélica se hacía cada vez más patente: recurrir a fuerzas ocultas o desconocidas, apelar a esencias imposibles de formular empíricamente se consideraba ya inaceptable en el estudio de la naturaleza. La naturaleza era interpretada como una realidad dinámica compuesta por cuerpos en movimiento y sometida a una estructura matemática. Quizá comience con Copérnico esta interpretación: recordemos que en el prólogo al "De Revolutionibus" presentaba su hipótesis heliocéntrica como una hipótesis matemática. Posteriormente los copernicanos acentuaron la importancia de las mediciones astronómicas para defender sus hipótesis, de modo que, en relación con el cambio de paradigma del universo, el carácter estructuralmente matemático de la realidad se iba poniendo de manifiesto. La idea de que es necesario un nuevo método para abordar el estudio de la naturaleza aparece ya de una manera clara y decidida en Bacon. En el "Novum Organum", luego de la "pars destruens", en la que Bacon analiza los ídolos (idola), es decir, los elementos o aspectos del conocimiento que interfieren en el conocimiento de la verdad y que recogen el conjunto de errores más comunes en la investigación de la naturaleza, se dedica en la "pars construens" a presentarnos un método de carácter inductivo que tiene por objeto la investigación de la realidad natural. El método escolástico ha fracasado y se necesita un nuevo método que sea capaz de ofrecernos un conocimiento real de la naturaleza. A pesar de la oscuridad y de la retórica todavía existente en la obra de Bacon la formulación del método inductivo está inequívocamente formulada. Lo mismo ocurre en el caso de Galileo. Su búsqueda de la objetividad en el conocimiento de la naturaleza le llevará a rechazar los procedimientos escolásticos inspirados fundamentalmente en Aristóteles. Galileo está convencido de que el conocimiento de la naturaleza es posible pero, que al estar escrito en un lenguaje matemático, requiere del conocimiento de dicha ciencia para ser interpretado así como de su aplicación correcta al ámbito del conocimiento. Sin embargo, es necesario recurrir a la experiencia para contrastar las hipótesis matemáticas que se formulan sobre la realidad, por lo que el carácter de su método es hipotético-deductivo. Además, la interpretación matemática de Galileo se orienta hacia la cuantificación, dirección que seguirá la física moderna con Newton y que se continuará hasta nuestros días. Descartes optará por una interpretación distinta del método. Comparte la idea de que la naturaleza es una realidad dinámica con estructura matemática. Comparte también la necesidad de la existencia del método dado el fracaso de los métodos anteriores en el conocimiento de la verdad. Pero tiene una interpretación distinta del significado de las matemáticas. Para Descartes el éxito de las matemáticas radica no en su estructura que hoy denominaríamos axiomática, sino en el método que utiliza. Y ese método es un método deductivo. Si el conocimiento de la naturaleza es posible gracias a las matemáticas es pensable que utilizando el método que utiliza las matemáticas se pueda alcanzar la verdad y la certeza en el conocimiento de los otros aspectos de la realidad.Descartes, por lo tanto, comparte con Bacon y con Galileo la necesidad del método para conocer la realidad. Las críticas que Bacon y Galileo realizan a la escolástica son similares a las que realiza Descartes. El fracaso de los métodos silogísticos, el fracaso de la física aristotélica, hacen necesario un nuevo método para interpretar la realidad. Ello supone la confianza en la razón que ha ido ganando su autonomía en el paso del siglo XVI al XVII. El nuevo método además ha de tener capacidad para descubrir, no basta un método que tengan carácter meramente explicativo, que sirva para exponer o para comunicar un conocimiento. No se trata de transmitir un saber acumulado a través de la historia, sino de descubrir, de inventar. Dado que para Descartes el éxito de las matemáticas radica en la utilización de un método, parece quedar claro que el conocimiento de la verdad debe ir asociado a la utilización de un método.

El racionalismo

Frente a otras soluciones al problema del conocimiento y de la constitución de la "ciencia" que surgirán en la época, como el empirismo, Descartes optará por la solución racionalista. El racionalismo se caracterizará por la afirmación de que la certeza del conocimiento procede de la razón, lo que va asociado a la afirmación de la existencia de ideas innatas. Ello supondrá la desvalorización del conocimiento sensible, en el que no se podrá fundamentar el saber, quedando la razón como única fuente de conocimiento. Paralelamente, los modelos matemáticos del conocimiento (en la medida en que las matemáticas no dependen de la experiencia) se ven revalorizados. Las explicaciones del conocimiento basadas en la abstracción serán igualmente rechazadas, ya que la abstracción se produce a partir de la captación de las sustancias por medio de la sensibilidad (la explicación del conocimiento de Aristóteles y santo Tomás) que ya ha sido rechazada como fuente de conocimiento. Por el contrario, el racionalismo afirmará la intuición intelectual de ideas y principios evidentes, a partir de las cuales comenzará la deducción del saber, del mismo modo que todo el cuerpo de las matemáticas se deduce a partir de unos primeros principios evidentes e indemostrables. La relación de estas ideas con la realidad extramental será afirmada dogmáticamente, lo que planteará no pocos problemas a los racionalistas. Todo ello conduce al racionalismo al ideal de una ciencia universal, aspiración de la que la filosofía cartesiana es un buen exponente.

EJERCICIOS


LEE LOS SIGUIENTES GRAGMENTOS Y RESPONDE LAS PREGUNTAS

En lugar del gran número de preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes, supuesto que tomase una firme y constante resolución de no dejar de observarlos una vez siquiera.
Fue el primero no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mi espíritu que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.
El segundo, dividir cada una de las dificultades que examinare en cuantas partes fuere posible y en cuantas requiriese su mejor solución.
El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.
Y el último, hacer en todos unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales , que llegase a estar seguro de no omitir nada...
Pero lo que más contento me daba en este método era que, con él, tenía la seguridad de emplear mi razón en todo, si no perfectamente, por lo menos lo mejor que fuera en mi poder.
R. Descartes, Discurso del método, segunda parte.

Cuestiones:


1ª. Explica el concepto de "evidencia" que aparece en el texto.
2ª. Explica en qué sentido dice Descartes que, con este método, "tenía la seguridad de emplear mi razón en todo".
3ª. Redacción: «Método, razón y modernidad».

DESCARTES

¿Qué soy, entonces? Una cosa que piensa. Y ¿qué es una cosa que piensa? Es una cosa que duda, que entiende, que afirma, que niega, que quiere, que no quiere, que imagina también y que siente. Sin duda no es poco, si todo eso pertenece a mi naturaleza. ¿Y por qué no habría de pertenecerle? ¿Acaso no soy yo el mismo que duda casi de todo, que entiende, sin embargo, ciertas cosas, que afirma ser ésas solas las verdaderas, que niega todas las demás, que quiere conocer otras, que no quiere ser engañado, que imagina muchas cosas -aun contra su voluntad- y que siente también otras muchas, por mediación de órganos de su cuerpo? ¿Hay algo de esto que no sea tan verdadero como es cierto que soy, que existo, aun en el caso de que estuviera siempre dormido, y de que quien me ha dado el ser empleara todas sus fuerzas en burlarme?
R. Descartes, Meditaciones metafísicas, med. II, 1641.

Cuestiones:


1ª. ¿Qué significa en este texto la expresión "una cosa que piensa" (res cogitans)?
2ª. ¿A quién o a qué se refiere Descartes cuando habla de "un ser que emplea todas sus fuerzas en burlarle"?
3ª. ¿Qué papel desempeña en la filosofía de Descartes?

DESCARTES

Largo tiempo hacía que había advertido que en lo que se refiere a las costumbres es a veces necesario seguir opiniones que sabemos muy inciertas, como si fueran indudables (...). Pero yo, que en esta ocasión tan sólo pretendo buscar la verdad, pensé que debía hacer todo lo contrario y rechazar como absolutamente falso todo aquello en que pudiera imaginar la menor duda, para ver si, después de hecho esto, no me quedaba en mis creencias algo que fuera enteramente indudable. Así, puesto que los sentidos nos engañan a veces, quise suponer que no hay cosa alguna que sea tal como ellos nos la hace imaginar. Y como hay hombres que se equivocan al razonar, aun acerca de las más sencillas cuestiones de geometría, y cometen paralogismos, juzgué que estaba yo tan expuesto a errar como cualquier otro y rechacé como falsos todos los razonamientos que antes había tomado por demostraciones. Finalmente, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando despiertos pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, sin que en tal caso sea ninguno verdadero, resolví fingir que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de los sueños. Pero advertí en seguida que, aun queriendo pensar que todo es falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y al advertir que esta verdad -pienso, luego existo- era tan firme y segura que las suposiciones más extravagantes de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que debía aceptarla sin escrúpulos como el primer principio de la filosofía que buscaba.
R. Descartes, Discurso del método, 4ª parte.

Cuestiones:

1º. Cuestión general: El problema del método en Descartes y momentos de la duda.

2º. Análisis interno del texto:
1. Señala los diferentes ámbitos a los que Descartes aplica la duda.
2. Concreta las razones que encuentra Descartes para dudar de la verdad de los conocimientos adquiridos en cada terreno de los aludidos.
3. Explica los conceptos más importantes que aparecen en el texto.
4. Diferencia entre opinión, creencias, razonamientos y demostraciones.

3º. Análisis externo y hermenéutica

1. ¿De dónde proceden los conocimientos verdaderos para Descartes? ¿Qué autor/es clásico/s establecía/n el mismo origen para nuestros conocimientos verdaderos?
2. ¿Qué críticas hizo Kant a la teoría cartesiana/racionalista del conocimiento?
3º. Crítica u opinión personal sobre las ideas del texto

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